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viernes, 9 de octubre de 2009

Nuevo placer III


Un sonoro ruido le llamo la atención a la rubia, preocupada por lo que podría pasar dentro del despacho, se acerco hasta este y toco levemente l puerta. No se escuchaba nada y mordiéndose el labio la abrió un poco, lo justo para colar la cabeza.  


Un jadeo se escapo de sus labios cuando vio a su jefe comiéndole el coño de una manera desesperada a Beth. Miró la cara de la hembra y calor se instalo entre sus piernas. No quería que la vieran, pero no podía sacar la cabeza del despacho. De repente la puerta se abrió con cuidado y con el mayor silencio que podía. Beth abrió los ojos y vio allí la bonita cabeza de Hécate. Rubia, ojos verdes, labios carnosos, nariz pequeña... y mejillas rosadas. Le encantaba. Decidió dejarla un poco más ahí mientras los miraba. 

En cuanto Jasón la llevara al 7º cielo, lo castigaría dejándolo ahí mientras se lo montaba con la rubia... Y nada de tocar... Se había pasado cuatro pueblos con ella.

Jasón seguía atormentándola con su lengua y esos dedos mágicos que tenía. Sus dedos sustituyeron a la lengua dentro de su tunel, e incorporándose lentamente se situó delante de Beth sin apartar la mirada de la suya y comenzó a moverse en el interior de su vagina mientras pellizcaba y mordisqueaba sus pezones.

-¡Ahh! -gritó Beth- Me vas a matar joder...

Beth echó un vistazo por encima del hombro de Jasón y la rubia seguía allí... Así... Ahí tenía que estar, observándolos, volviéndose loca y sudando...

La joven no se creía lo que estaba viendo. Pero lo peor, es que no se podía apartar de la puerta. Jasón estaba masturbando a Beth mientras esta gemía demasiado para aguantarlo. De su garganta salió un jadeo cuando lo vio quitarle la camiseta y comenzar a mordisquear sus pechos.

-Jasón... Mierda... -la joven hecho la cabeza hacia atrás, jadeando.
-Retuércete perra... Disfruta...

Beth lo apartó cuando escuchó el jadeo de la rubia, no aguantaba más verla allí parada, quieta, mirándolos. Quería disfrutar con ella y de ella...

-Apártate macho -le dijo Beth a Jasón cortante.
-¿Qué pasa? -Jasón continuó besándole los pechos.
-Jasón quítate -gritó Beth bajándose de la mesa y según como estaba, se acercó a la puerta y la abrió, dejando a la vista a una chica rubia totalmente sonrojada.
-Tenemos invitada al parecer... -gruñó Jasón desde detrás de la mesa con su bulto amenazando con abrir el pantalón.

Beth le sonrió a la chica y le ofreció la mano.

-Pasa.
-N... no... No, tengo que... –empezó a jadear- que... trabajar -dijo H y tenía intención de irse de allí, pero Beth la cogió a tiempo del brazo.
-Como la gente me vea así... -sonrió mirando sus pechos, haciendo que la rubia se fijara en ellos también- ¿Entras? -dijo Beth tirando de ella hacia adentro.

Trastabilló y casi se come el suelo. Mantenía la mirada fija en el suelo. No podía alzarla y encararse con su jefe que sentía como la miraba. Ni tampoco ver a Beth de esa manera. Dios, la había visto venir y su cuerpo no se había movido.

-De verdad que me tengo que ir a trabajar. La barra esta sola y vosotros... bueno... estáis muy ocupados... -dijo la rubia.

Beth admiró la parte trasera del cuerpo de la chica relamiéndose. Levantó la mirada y se fijó en los ojos de Jasón que también la estaban mirando. Eso la hizo ponerse más a tono. Caminó despacio hasta quedar sentada en el regazo de Jasón que había tomado asiento en su silla de escritorio.

-Bien... Creo que...
-Ni se te ocurra decir que podría unirse -le susurro en el oído -Eres mía, no comparto.
-Estas a punto de quedarte sin probar bocado -le dijo apretándose los pechos. -Controla tus palabras Jasón, yo decido. 

El macho ahogo un gemido cuando ella comenzó a pellizcarse los pezones y a gemir levemente. Hécate alzo lo mínimo sus ojos para encontrarse con la escena. Se veía tan linda a la joven, que su entrepierna comenzó a mojarse. Se tenía que largar de allí lo antes posible. Caminando de espaldas silenciosamente, llego hasta agarrar el pomo de la puerta. Una voz la paro.

-No te muevas -Beth se levantó y se acercó a ella-. He pasado ya bastantes ganas viéndote detrás de esa maldita barra, no voy a dejar que te vayas ahora.
-No... No quiero... aquí... -susurró solo para que Beth la oyera.
-¿Es por Jasón? 
-Si... es mí... –“Dios, no puedo apartar la vista de sus pechos. Tan redondos, sus pezones tan rosados, perfectos” Se dijo notando sus mejillas rojas como la sangre- ...jefe...

 Beth le cogió la cara entre sus manos y la hizo mirarla.

-Jasón no nos molestará y no te despedirá, al contrario, te subirá el sueldo linda -Beth se acercó a la chica, estaba sonrojada de pies a cabeza y Beth sabía la respuesta a eso, pero quería oírlo de su propia boca- No me mientas, por favor...
-Yo... -miró su boca casi sin intención, claro que había disfrutado y le había gustado, ¿pero cómo iba a admitirlo?
-¿Tú? Lo has pasado bien, ¿verdad? -susurró Beth contra su cuello.
-Beth -gimió cuando sintió los dientes de la hembra morderla -Por favor...
-Déjala ir Beth, ven con el macho... -dijo Jasón.

No quería que esas dos se liaran. Tenía una relación algo cierta con Beth y compartir no era lo suyo. Pero ver como B trataba a la hembra lo incomodó, y mucho más a su entrepierna.

-Cállate Jasón -dijo con los labios pegados al cuello de la rubia-. Vas a ir hasta esa mesa y te vas a poner cómoda.
-No... No puedo... -gimió pasando una mano por la espalda de Beth.
-Si... Oh... Claro que si puedes.

Atrapando su trasero, la pego contra ella y ver como H dejaba caer la cabeza con los labios entreabiertos la hicieron quererla desnuda y gimiendo. Mordisqueo su barbilla y fue subiendo por su cadera hasta rozar con la yema de los dedos sus pezones.

-Beth, vuelve conmigo -rogó Jasón.

Beth fulminó con la mirada al macho.

-He dicho que te calles, ¿no lo entiendes? 
-Beth no me hables así -bufó este.
-Te hablaré como me plazca -la hembra se giró hacia H que estaba jadeando sin apartar la mirada de sus pechos.

Beth le acarició los costados por encima de la camiseta pero H se sentía como si estuviera completamente desnuda delante de ella. Como si Beth hubiese leído sus pensamientos le empezó a desabrochar los botones de la camisa mientras besaba cada trocito de piel que quedaba al descubierto.

La rubia cerró los ojos. Era demasiado placentero e intimidante ver como su cuerpo reaccionaba a las caricias de Beth. Jasón miraba la escena agarrando las abrazaderas de su silla apretando los dientes. Esa tía sabía como hacer que su cuerpo pidiera agarrarla y tomarla en la mesa separándola de su camarera con un estufido.

-Beth, para... ¡oh dios! -la susodicha lamió las puntas duras que sobresalían de la camisa y capturo uno en su boca.
-Beth hazle caso. No puedo contenerme. -susurro Jasón...
-Me estoy planteando seriamente mantenerte fuera de esto J -gruño la joven -Déjame disfrutar.

Terminó de desabotonar la camisa y la fue bajando por los hombros de la rubia lentamente. Besando cada parte de su piel hasta que cayó al suelo. Recorriendo su cuello, le mordisqueo la barbilla y capturo sus labios mordiéndolos.

Al fin, H se desperezó y rodeó los suaves pechos de Beth acariciándolos, apretándolos... Agachó su cabeza hacia ellos y rozó con su lengua la punta de los sobresalientes pezones. Succionó y mordisqueó hasta que Beth la separó entre jadeos poco a poco de su cuerpo.

-Hécate creo que te subiré el sueldo... 

Beth bufó y levantó la carita sonrojada de H.

-¿Prefieres irte a un lugar más íntimo? -le dio un tierno beso en los labios mientras perdía su manos entre las piernas de la muchacha, acariciándola...
-Me encantaría -gimió la hembra cuando sintió que la tocaba provocando que jadeara.
-¿Por que le vas a subir el sueldo Jasón? ¿A que este cambio tan repentino? -exclamo la morena.

Las manos y los besos vagaban por el pecho de Beth haciéndola que gimiera mientras se relamía. Pensar en tener a la joven estirada en una cama con su sexo resplandeciente de la excitación la calentó por completo.

-Por como te trata cariño... -gimió el macho.
-Mmmm... Linda, ¿nos vamos y le dejamos con las ganas? -susurró Beth mientras mordía el lóbulo de la oreja y le apretaba allá abajo, apartándole la tirita del tanga... Quería tocarla más, mucho más.

Por todos los demonios, Beth empezó a rezar para que dijera que sí y pudiera llevársela bien lejos de allí. A un lugar donde hacerla disfrutar como se merecía. Ella y yo, dijo su voz interior. La necesitaba ya.